El Parque Nacional Nancuchiname es uno de las cuatro reservas forestales más importantes con que cuenta El Salvador. Aunque no es tan extenso y con una biodiversidad tan grande como los bosques de El Imposible o Montecristo, este parque nacional de 1.175 hectáreas tiene una gran cantidad de especies arbóreas muy exóticas, ya que su flora es propia de los climas tropicales húmedos, a diferencia de los anteriores. De hecho Nancuchiname es el último gran remanente de los bosques tropicales húmedos que en el pasado poblaban esta área del país.
El Bosque Nancuchiname está situado en el valle del Río Lempa, en un terreno llano y fértil (30-40 metros sobre el nivel del mar), clasificado por los expertos como aluvial y donde se mezclan los tipos de vegetación perennifolia, mixta y ribereña. En el bosque abundan los árboles de raras especies como el pochote, el madroño, el indio desnudo y el guayacarán real. También hay numerosas especies de bejucos, plantas trepadoras, arbustos y hierbas.
La fauna del bosque es muy variada y, como sucede en otras reservas forestales, incluye varias especies en peligro de extinción. Entre algunos de los animales que habitan el bosque se encuentran el piche, la jacana, el pizote, el colibrí, el saíno y el quetzal. Dada su proximidad al Río Lempa y su extensión hasta la Bahía de Jiquilisco, el Bosque Nancuchiname es la única reserva forestal que cuenta con una población considerable de cocodrilos y tortugas. Por otra parte, este es uno de los últimos refugios en el país del mono-araña.
Otra particularidad de esta reserva forestal es la presencia de vestigios paleontológicos, en la forma de plantas y huesos de animales fosilizados.
El bosque posee numerosos senderos que lo atraviesan en muchas de sus zonas, por lo que resulta un lugar excelente para la práctica del senderismo (hiking) y campamento, aunque no hay lugares específicos para esta última actividad. En teoría es necesario solicitar un permiso al Ministerio del Medio Ambiente para ingresar a esta reserva forestal, hay muchas personas de las comunidades circundantes que aprovechan el relativo descuido en el que se encuentra el parque para practicar la caza y la tala ilegales, aunque últimamente se han reforzado las medidas de seguridad, dada la gran importancia del Bosque Nancuchiname como último reducto de los bosques tropicales húmedos en El Salvador.

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